El punto central de la teoría está dado en la postulación de una relación causal entre las experiencias de un individuo con las figuras significativas (los padres generalmente), y su posterior capacidad para establecer vínculos afectivos. Nociones como ansiedad de separación y disposición básica del ser humano ante la amenaza de pérdida, tienen especial relevancia.
La tesis fundamental de
Pero, ¿acaso no compartimos con los animales ciertos temores como a lo desconocido y al aislamiento?
Al igual que los humanos, los animales llevan a cabo un proceso biológico de aprendizaje a través de la impronta. Las crías se identifican con los adultos de su especie y aprenden de ellos, mediante observación e imitación los distintos métodos de supervivencia, búsqueda de alimento y refugio, así como modelos de defensa, ataque, convivencia, apareamiento,...
Entre los años 1940 y 1950, el Premio Nobel austriaco Konrad Lorenz, fundador de la moderna Etología, describió cómo los patitos que nacieron en su jardín de Altenberg lo tomaron como “madre pata”, siguiéndolo a todas partes. Los ánades nacen con una "disposición" a considerar "madre" al animal o artilugio que se mueva de un modo concreto y a una determinada distancia. Esta “programación genética” desenlaza una serie de comportamientos que favorecen la protección de las crías al amparo de sus progenitores.
¿Qué diferencias existen entre el apego y la impronta?
¿Podríamos considerarlos "equivalentes"?