jueves, 17 de enero de 2008

Educación para la ciudadanía

Después de las jornadas realizadas ayer sobre Educación para la Ciudadanía, me he dado cuenta de que llegamos a muchas conclusiones e ideas tras la discusión entre diferentes grupos “expertos”; pero sobre todo he descubierto que cuanto más reflexionábamos, más interrogantes nos surgían sobre esta nueva asignatura.

El otro día leí un artículo de Peces-Barba en el que describía cómo cada vez que se produce un acontecimiento criticable o rechazable en nuestra sociedad se tiende a rendir cuentas a la educación, echando en falta una educación cívica.

Es cierto que la educación en valores siempre ha ocupado un lugar en las aulas a través del currículum oculto. Pero, ¿quiere decir eso que no es suficiente tratar este tema en los ejes transversales de la educación? ¿Quiere decir que la sociedad ha cambiado y necesita una mayor “dosis”? Si es así, ¿a qué se ha debido el cambio? ¿O es que siempre lo hemos necesitado? ¿Qué tipo de ciudadano se quiere llegar a crear?

Por otra parte, se pretende implantar esta asignatura a partir del tercer ciclo de primaria. ¿Y por qué no desde la educación infantil? Evidentemente, en esta etapa los niños no se encuentran madurativamente preparados para alcanzar algunos de los objetivos propuestos, pero sí es cierto que aspectos como el respeto y la solidaridad se trabajan desde estas edades, por ejemplo, a través de las conocidas asambleas. Es por ello, que creemos que la educación para la ciudadanía debería implantarse desde las primeras etapas educativas, adaptando dichos objetivos y con el fin de ofrecer a los niños unas herramientas con las que poder desarrollarse.

Pero, ¿el profesorado está cualificado para llevar a cabo esta labor? ¿Tendrá un respaldo por parte de la Administración? Es más, ¿se modificarán en base a ello el plan de estudios de Magisterio? Teniendo en cuenta la teoría del aprendizaje de Bandura, el niño aprende los comportamientos sociales por observación e imitación de modelos; y por ello creemos que la figura del profesor debe ser una fiel representación del ciudadano que queremos llegar a formar: crítico, reflexivo, participativo, cooperador, solidario, etc.

Y siguiendo esta misma línea, se encuentra la familia. Todos concluimos en que debe haber coherencia entre la familia y la escuela para llevar a cabo este proyecto; porque de nada servirá que inculquemos ciertos valores si en los demás ámbitos de la vida social del niño no se favorecen, pues sólo creará confusión.

Para finalizar, quisiera resaltar una frase que produjo uno de los grupos, al que felicito: “La educación para la ciudadanía no surge nueve meses antes del nacimiento del niño, la educación para la ciudadanía surge nueve meses antes del nacimiento de la madre”.

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