viernes, 29 de enero de 2010

Recensión: La familia


Desarrollar una relación estrecha entre el centro, el entono y las familias es de gran importancia a la hora de llevar a cabo una intervención psicopedagógica. Así, por ejemplo, la familia nos puede proporcionar información sobre la conducta del niño fuera de la escuela y su actitud hacia ésta; y la escuela, por su parte, puede ofrecerles pautas concretas de actuación y orientarles en el uso de recursos y servicios del entorno que complementen la acción educativa desarrollada en el centro.

Podríamos llegar a decir que la buena disposición de la familia y su colaboración eficaz con el equipo educativo son tanto más imprescindibles cuanto más grave sea la deficiencia o trastorno (Torres y Santana, 2001).

Si bien, no hay que olvidar la multitud de reacciones emocionales que pueden presentar los padres ante la situación de ansiedad que produce la deficiencia de su hijo/a. Estas reacciones varían en severidad, grado y tipo según su personalidad y un conjunto de factores que entran en juego y que se modifican con el paso del tiempo. Las reacciones de unos padres cuando conocen por primera vez el diagnóstico de su hijo serán muy diferentes a las que esos mismos padres experimentarán algunos años más tarde.

Sentimientos que imagino que también tendrán su repercusión en la calidad de la relación que anteriormente mencionábamos entre la familia y la escuela, pues padres que disfrazan o niegan la realidad difícilmente van a asumir que su hijo/a precisa unos apoyos y atenciones específicas. Sentimientos que, pueden bloquear o nublar decisiones cruciales en la escolarización de su hijo; por ejemplo, el hecho de que unos padres firmen la disconformidad ante la propuesta de escolarización en un Centro de Educación Especial, cuando las necesidades educativas de su hijo/a no pueden ser satisfechas y atendidas en un centro ordinario. ¿Qué hacemos en situaciones como ésta?

Llegados a este punto, creo que es importante contemplar y reconocer al núcleo familiar no sólo como agente colaborador en el proceso de enseñanza-aprendizaje, sino que también debemos concebirlo como otro ámbito de intervención psicopedagógica en los casos que así se requiera. Asimismo, considero que debe ser uno de los objetivos prioritarios hacerles conscientes de que su implicación y participación posibilitan la continuidad y efectividad de la respuesta educativa de su hijo/a.

Bibliografía:


  • Rodrigo, M. J., & Palacios, J. (1998). Conceptos y dimensiones en el análisis evolutivo-educativo de la familia. En J. Palacios & M. J. Rodrigo (Eds.), Familia y desarrollo humano (pp. 45-70). Madrid: Alianza Editorial: Psicología y Educación.

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