jueves, 14 de enero de 2010

Recensión: Terminología

A largo del cuatrimestre, hemos escuchado con cierta frecuencia palabras como “trastorno”, “síndrome”, “deficiencia”.

Pero, ¿qué es un trastorno? Un trastorno es todo aquello que se aparta o desvía de lo que consideramos “normal”. Este término se ha ido introduciendo en la medicina y en la psiquiatría para dejar un poco al margen el término “enfermedad”, por considerar que este último lleva consigo una carga peyorativa que tiende a discriminar a los sujetos que la padecen. Sin embargo, lo “normal” también plantea problemas ¿qué es lo normal? Sobre todo hablando de la conducta no hay una respuesta única y definida. En Psicopatología se utilizan distintos criterios para definir los términos normalidad/anormalidad: estadísticos, funcionales, adaptativos, valorativos, sociales y biológicos.

Por su parte, el término “síndrome” hace referencia, en medicina, a un cuadro clínico o conjunto sintomático con cierto significado, que por sus características posee cierta identidad; es decir, un grupo significativo de síntomas y signos que concurren en tiempo y forma, con variadas causas o etiologías.
En el Prácticum I de Psicopedagogía (que realicé en un centro de atención a discapacitados psíquicos) tuve la oportunidad de conocer una gran variedad de síndromes: algunos más comunes como el síndrome de Down o el síndrome de X-Frágil, y otros no tan frecuentes como el de Rett, el de Sotos, el de Lennox- Gastaut o el de maullido del gato. Todos ellos eran extremadamente complejos y sus graves características les obligaban a llevar una vida muy dependiente.

Por último, el concepto de deficiencia (OMS, 1983) alude a “toda pérdida o anormalidad de una estructura o función psicológica o anatómica”, que puede ser innata o adquirida, temporal o permanente y que puede ser de diferentes tipos (intelectuales, de audición, de lenguaje, de visión, viscerales, músculo-esqueléticas, desfiguradotas, generalizadas o múltiples). Se relaciona con la enfermedad, con lo fisiológico y la forma de intervención es la prevención.

Sin embargo, esta especie de “categorización” debe ser sustituida por un amplio concepto de “necesidades educativas especiales” que abarque a alumnos con cierta clase de dificultades de aprendizaje, cualquiera que sea su causa. Lo que en realidad debe preocupar no es establecer categorías entre personas, sino las condiciones que afectan al desarrollo personal de los alumnos y que justifican la provisión de determinadas ayudas o servicios educativos menos comunes.

Deja de tener sentido hablar de niños diferentes, centrándonos en el déficit que presenta, las necesidades educativas específicas de apoyo educativo forman un continuo que va desde la ayuda temporal o transitoria hasta la adaptación permanente a lo largo de toda la educación.

En el contexto general de la escuela inclusiva, las dificultades de aprendizaje son el núcleo central alrededor del cual gira la necesidad de dar respuesta educativa adecuada a todos los alumnos independientemente de sus circunstancias. Este modelo de escuela no supone simplemente “admitir” a alumnos discapacitados en centros y aulas ordinarias, sino que su reto fundamental es el de ajustar la respuesta educativa a las necesidades de los alumnos en el marco más normalizado posible. Desde esta perspectiva, el centro de educación especial se define como la institución perteneciente al sistema educativo que oferta una respuesta educativa a aquellos alumnos que en razón de su discapacidad grave no puedan ser atendidos dentro del sistema ordinario por razones diversas (Peñafiel Martínez, 2001); es decir, es considerado como una vía excepcional de integración de ACNEEs.

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